Cuál es la línea fronteriza con los Pumas de cara al nuevo desafío para el rugby argentino; varios puntos clave
La descripción de Agustín Creevy refleja a la perfección la nueva realidad del rugby argentino. «Vamos a lo desconocido», dijo el capitán de los Jaguares y de los Pumas. Creevy encarna esta dualidad sui generis que atraviesa el seleccionado nacional, digna de un capítulo de la serie The Twilight Zone: un plantel, dos equipos.
Desde este año, la Argentina participará con una franquicia en el Super Rugby, certamen que aglutina a equipos de Sudáfrica (seis), Australia (cinco), Nueva Zelanda (cinco) y Japón (uno). Y sólo los jugadores que jueguen en este certamen podrán integrar el seleccionado argentino. Un experimento que no tiene precedentes en el rugby mundial, razón por la cual habrá que ir trazando el camino a medida que se lo recorra. Uno de los desafíos es el de dotar de identidad al nuevo equipo, algo que comenzó a forjarse desde el mismo momento en el que se inició la pretemporada, el lunes pasado, de cara al debut del 26 de febrero ante Cheetahs, en Sudáfrica.
La misión no es sencilla. Cómo diferenciar dos equipos cuando los jugadores son prácticamente los mismos, los staffs de entrenadores trabajan en conjunto (incluso algunos lo harán para ambos equipos) y hasta el animal que los identifica en el pecho es el mismo, aunque con distinto logo. Hay aspectos en donde la distinción es más clara y otros en donde se difumina y se irá moldeando con el tiempo. «La intención es tomar a este equipo como a un club», adelantó Creevy. A partir de allí es posible trazar una línea fronteriza entre Jaguares y Pumas.
EL SENTIMIENTO
No es lo mismo jugar para un club que para un seleccionado. No es lo mismo ponerse una roja y amarilla que la celeste y blanca a rayas horizontales que identifica a los Pumas. No es lo mismo jugar por dinero que representar a un país.
LOS PLANTELES
Todos los Pumas jugarán en los Jaguares (con la excepción de Tomás Cubelli, habilitado por actuar en otro equipo del Super Rugby, los Brumbies de Australia), pero no todos los Jaguares jugarán en los Pumas. La franquicia comenzó a entrenarse con 35 jugadores y la intención es ir sumando otros provenientes de otros seleccionados (Argentina XV, Pumas 7s, Pumitas) de ser necesario. Sólo los mejores jugarán en los Pumas.
LOS ENTRENAMIENTOS
Los regímenes de un equipo y otro son totalmente distintos. En tanto Jaguares, los jugadores sólo están abocados a los entrenamientos y luego tienen libertad para aprovechar su tiempo libre; cuando Pumas pasarán la mayor parte del tiempo en concentraciones. «Esto es algo mucho más relajado, más llevadero, los horarios son más flexibles», explicó Leonardo Senatore. «La pretemporada es igual a todos los lugares en los que estuve: venimos, nos entrenamos, los que vivimos cerca comemos en casa y después volvemos, como en todos lados del mundo», agregó Juan Martín Hernández. Incluso cuando estén de gira va a haber menos exigencias. «Si no es muy difícil mantenerlo todo el año», justificó Creevy.
EL ESTILO DE JUEGO
Cuatro años en el Rugby Championship dieron sus frutos y hoy puede afirmarse que los Pumas tienen un estilo afín a las demás potencias del sur. Pero en el Super Rugby se las verán ante un juego de mayor dinámica todavía. «Acá se juega y se arriesga mucho más, no se para un segundo. Como preparación es el mejor rugby que hay: es muy vistoso, físico, con muchas destrezas y es divertido para jugar», diferenció Rodrigo Báez. La línea de juego de los Pumas baja de Daniel Hourcade y nutre a todos los seleccionados, pero los Jaguares buscarán también su propia identidad. «Este torneo tiene una carga importante de decisión individual. El ritmo del Super Rugby nos hará jugar con más vértigo y reaccionar ante lo que se vaya dando», explicó el head coach Raúl Pérez. Además, el hecho de ser un torneo largo permite un margen de error mayor que posibilitará probar variantes que luego se podrán instrumentar en los Pumas.
LA RELACIÓN CON LA GENTE
«El rugby argentino es de clubes», repite siempre un ex entrenador de los Pumas. Este axioma entra en jaque con el surgimiento de los Jaguares. La popularidad conseguida con el cuarto puesto en Inglaterra 2015 constituye un envión invaluable en este sentido. Ahora habrá que capitalizarlo. La intención, como adelantó el manager de la UAR Greg Peters, es brindar un espectáculo que vaya más allá de los 80 minutos de juego y que atraiga a toda la familia, amantes del rugby no necesariamente identificados con algún club. «Se le dice la NBA por el show que tiene el entorno, porque los partidos son más abiertos, por el volumen de juego. Va a ser interesante para que la gente se apropie de un equipo», apostó Creevy. El hecho de jugar los sábados, a las 18, en Vélez, es decir, con poco margen luego de finalizada la fecha del rugby local y lejos de su epicentro, entraña un condicionante.
LA EXIGENCIA
Circula una ecuación engañosa propia del exitismo argentino: si los Pumas son capaces de jugarle de igual a igual a las potencias, los Jaguares deberían ser mejores que sus rivales, que tienen a los jugadores de los seleccionados dispersos en varios equipos. «Los Pumas pusieron la vara muy alta», reconoció Hernández, pero aclara: «Esperemos elevarla en junio. En los Jaguares no hay vara. Vamos a ser los mismos jugadores y esperemos que sea una ventaja. Pero la realidad es que vamos a jugar una competencia nueva con un equipo nuevo.» Cuando se entra en una dimensión desconocida, no se sabe qué se puede encontrar del otro lado.
Autor: Canchallena