Para el que no está muy empapado con el rugby está bueno contarles que es un juego de equipo donde se enchastran en la cancha quince arriesgados y sólo la suma de las individualidades aportan al conjunto. Esto es aplicable a otras disciplinas como los once chongos en el fútbol, los cinco en el básket o los trescientos en las Termóphilas, pero creo que con la ovalada el concepto se lleva un poco más allá porque los logros individuales generalmente son ignorados. Pongámoslo así: si un tipo clava 78 tackles por partido, él lo va a saber, el coach lo va a saber, ESPN lo va a saber, pero no se hará mucho alarde de eso en el vestuario. Está mal visto, casi diría que es peor a mostrarse pijicorto.
En general esto es lo que te enseñan en el club y supongo que después eso se lleva a la Selección. No sé, en los altos niveles lo estoy suponiendo, yo nunca los frecuenté sin tener que pagar una entrada, pero intuyo que es así, al menos es así en la Argentina. Recuerdo a Imhoff en la última RWC2015 declarando haberse avergonzado de su palomita en el try contra Irlanda (por su ego volador) o a Nico Sánchez resignando patadas a los palos, aunque eso le significara no consagrarse como el goleador del torneo (historia aparte que después lo fuera, de todas maneras). Aunque sea en estas latitudes, por lo general se prioriza el «todos» antes que el «uno».
Por eso no me caía nada bien lo de Bryan Habana en el último Mundial. El morocho corría un poco menos rápido que cuando vacunó a Los Pumas allá por el 2007, pero igual corría rápido. El problema es que se le notaba que corría por sí mismo y detrás de su récord individual: pasar a Jonah Lomu en la cantidad de tries anotados en Copas Mundiales. ¿A quién le importaba eso? A él. Se le notaba ¿no te digo? Y al parecer también le importaba al equipo, porque lo decían en los reportajes y en la calle metían pase de mano y pase de mano para que llegara la guinda a su posición de wing y le quedara servida para apoyar la estadística. ¿Con qué necesidad?
Partido Springbooks contra Los Pumas por el tercer puesto, y no sólo quiero la medalla de bronce si no que el alfajorcito con falta de ortografía no anotase. Toda la semana le metieron esteroides con que había alcanzado el record del capo de los capos, el Jordan del rugby, el Señor Jonah Lomu. «Quince tryes en copas del mundo» decían los periodistas y los fabricantes de botines a los cuales les encanta fabricar ídolos. Con un try más lo superaba. Yo no quería.
Ojo: admito que es un jugador de puta madre, pero yo ya me lo había montado en el 2007 con sus zambulliditas al ingoal argento y sus aires de back cheto. Rescatate, pibe: si no fuera por Mandela y Matt Damon a los mundiales los veías desde los suburbios de Johannesburgo.
Y hablando de películas,yo me hice una de dos buenos personajes pero compitiendo, como Salieri contra Mozart o Hunt contra Niki Lauda en «Rush, Pasión y Gloria». En un rincón Jonah Lomu elogiando a los rivales de los All Blacks en la Final (Australia) y en el otro rincón Brian Habana tratando de no ser tan Salieri.
Y arranca el partido por el tercer puesto con el sudafricano recibiendo los pases de sus amigos y encarando derecho a nuestro ingoal para apoyar su record, para ser mejor que El Más Grande del Rugby Ever. Un record trucho, digámoslo de una vez: Lomu hizo quince trys en dos mundiales, Habanito ya iba por su tercera Copa. Trampa. Y hay que decir también que el tipo estaba lejos del All Black hasta que en la RWC2015 lo ayudaron a apoyar 3 (TRES!!) tries contra EEUU en la fase de grupo, partido que terminó 64 a 0. Así cualquiera.
Me parecía además un insulto contra Argentina. Los tipos estaban frustrados por no llegar a la final y la medalla de bronce le importaba poco. A nosotros sí. La querían los jugadores y la queríamos nosotros. Pero ellos se habían empeñado en que Bryan anotara su pedorro try y se la daban y se la daban.
Y temprano en el partido el tipo hace su corrida (es muy bueno el morocho, lo dije) después de una patadita a cargar. Cae la bola en el ingoal y el tipo viene relamiéndose el protector bucal: sólo resta poner la manito arriba para apoyar y luego la gloria, el monumento. Pero faltaba algo: un flaquito con la número 15 que andaba por ahí, el fullback de Los Pumas, Lucas Amorosino, un pendejo con los pelos parados como un cepillo y la pinta del San Puta de la escuela (como diría mi abuela), un pibe de esos que se sientan al fondo del aula que es donde mejor se aprende a ser fullback. A Lucas lo sorprende la patadita del amigo sudafricano pero se da vuelta a tiempo, pica corto y se zambulle en el ingoal, apareado en el vuelo con el Hombre Try, el Hijo del Viento, el Récord al Pedo. El estadio ruge, gritan los relatores que hay un nuevo record mundial (¿qué es esto? ¿un Juego Olímpico?), al alfajorcito lo saludan los compañeros, lo abrazan, él se ríe, piensa en sus contratos… y el referi, ese insensible, pide el TMO. Y en pantalla gigante se ve la manito de Lucas más rápida que la de Bryan, apretando la guinda contra el planeta claramente antes que el morocho. El try se anula y chau record. «Grande, Lucas!!» grito yo en casa. «Amazing!!» – gritan los relatores en ESPN HD, que no viene subtitulado pero se entiende.
Amazing las pelotas ovaladas. Amazing era Jonah Lomu, a quien imagino que nunca le importó su propio record. Y amazing va a ser que Habana ya no llegue a su cuarto mundial para superarlo. Porque el All Black se murió hoy y creo que con eso el Book también se murió un poquito. Porque para mí Lomu ahora es leyenda y Habana es un fenómeno, pero a leyenda no llega.
Y aunque en los números estén iguales, ni siquiera en eso lo supera, en parte porque un flaquito con cara de San Puta estiró la manito más rápida que la de Brian, como para hacernos acordar a todos que los récords individuales no importan, porque en definitiva al Rugby se juega en equipo.
Autor: Obe Giménez